viernes, 24 de octubre de 2008

Extraña cotidianidad del buscador de trabajo

Salir casi cada mañana a dar una vuelta, mirar si hay carteles de “se necesita …” (aquí "... gesucht"), preguntar, observar, comprar en el mercado o en el super. Cocinar. Y por la tarde estudiar alemán, escribir, dibujar, intentar dar con la idea multimillonaria que nos mantenga de por vida… Y ya de forma más eventual, hacer ejercicio, salir de fiesta, ir al bosque, montarnos alguna visita cultural…

"Ich suche arbeit."

No sé si años más tarde de dejar Alemania, me acordaré de "Hallo" o "Guten Tag", pero lo que seguro que no se me olvida es como pedir trabajo.

Si ya es una tarea laboriosa y nada gratificante buscar trabajo en tu propio país, buscarlo en el extranjero, con un idioma distinto al tuyo, os podéis imaginar. No solo tienes que conformarte con hacer un tipo de trabajo en concreto que seguramente no te agrade demasiado y cobres poco (por lo menos al principio hasta que no domines el idioma), como por ejemplo limpiar platos. Sino que además cualquier autóctono, por torpe o impresentable que sea, está por encima de ti en la elección por parte del jefe o jefa del negocio.

Como esta chica, hay un momento en el que ya no sabes que más hacer para proclamarlo a los cuatro vientos. Entonces en mitad de tu locura sales a la calle con un cartón en la espalda y otro en el pecho colgando de los hombros que rezan "Busco cualquier tipo de trabajo. Por favor, hable/n conmigo!"

Intento no derrumbarme y creo que la constancia dará sus frutos, pero cada vez que alguien te dice: “Muy bien, déjanos el teléfono y ya te diremos algo”, me siento como si me acabaran de clavar un puntapié en la espinilla. Prefiero que me digan: "mira no te cogeremos porque no sabes suficiente alemán", a que me den falsas esperanzas. Luego te ves como un tonto a ti mismo mirando el móvil cada pocas horas o comprobando si hay línea en casa.

En fin, como decía el sabio campesino de mi cuento favorito (un viejo cuento taoísta): “Una desgracia a veces trae consigo un beneficio. Ya veremos”. Seguro que era un viejo que siempre se reía. Me imagino su silueta con un arado en la mano, observando la puesta de sol desde sus campos, mostrando su escasa dentadura al horizonte y riéndose a carcajada limpia.

Cambiando de tema, Nana y los demás erasmus por fin han empezado las clases. Las de sus respectivas facultades más idiomas y deportes en algunos casos. Pero tampoco os penséis que trabajan mucho. Los de Bellas Artes van como 2 o 3 días a la semana a clase. Estos sí que viven bien!

La dinámica fiestera que llevaba el grupo al principio se ha reducido a jueves, viernes y sábado, aunque no siempre. Yo con una buena fiesta por semana me basto así que para mí la cosa sigue más o menos igual.

Con tanto tiempo libre, hemos hecho un montón de platos nuevos, a ver si poco a poco voy subiendo las recetas de los más interesantes. Un día hicimos hasta un bizcocho con cobertura de chocolate. Era bien sencillo, pero estaba tremendo.

También he dibujado bastante y estoy investigando como hacer xilografías.

Ahora os dejo un post con la crónica de la rave a la que fuimos ayer y mañana otro con el cómic que terminé el miércoles.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Arbeit macht frei!



:P

JC : dijo...

juas! Lo tuyo es el humor negro...

Nerea Sanchez dijo...

ara si todos lo entendemos...

JC : dijo...

si kieres pillar la borma pon eso mismo en el google imagenes.