Suele ocurrir, cuando te vas, cuando termina, es cuando empezabas a dominarlo, a conocerlo.
Si en mis primeras salidas en bici me guiaba con aquel "absurdo" folleto turístico ahora que ya me voy he conseguido mapas y libros de rutas de los alrededores de Weimar. Todos ellos de la biblioteca. Mi intención es hacer alguna excursión un poco más larga de las que he hecho hasta el momento. Pero lo cierto es que el tiempo no invita a salir y encima he estado una semanita resfriado.
Aún así, el pasado viernes cogí la bici y fui hasta Tiefurt y Kromsdorf, dos pueblos muy cercanos a Weimar, pero que todavía no había pisado. Una pequeña etapa, de unos 10 kilómetros, que me sirvió además para ir cogiendo fondo para la de mayor envergadura, que espero poder realizar antes de que me vaya.
Bueno, vayamos al tema. El día amaneció, como casi todos, gris, amenazando lluvia, pero seguí adelante con la idea, era una salida corta. Tiefurt está prácticamente anexo a Weimar, en la parte noroeste. En 10 minutos llego al lugar por una larga calle que atraviesa una diminuta zona industrial. Se trata de cuatro casas, una pequeña capilla y un palacito... nada fuera de lo habitual por estas tierras. Tras la capilla encontramos el Parque Tiefurt, un bucólico y tranquilo espacio verde rodeado por el Ilm en uno de sus meandros. Con enormes árboles, ahora mismo desprovistos de hojas, un césped intenso y el agradable susurro del agua en su imparable avance. Coronado con una pequeña pérgola hexagonal de piedra con una Venus esculpida en su interior, de estilo neoclásico. Era un lugar por donde paseaba Goethe y la alta sociedad de la época.
El camino que lleva de allí hacia Kromsdorf está repleto de postes con placas dónde uno puede leer evocadores frases del escritor,... sinceramente no entendí ni una. Pero bueno, creo que seguir el curso del río, y maravillarse con las vistas que creaba su paso, era mucho más conmovedor que todos aquellos postes con placas.
Llegado al pueblo me acerco a la iglesia y hago algunas fotos. Tanto esta como la de Tiefurt son pequeñas capillas de piedra, con una torre, tejados oscuros y apuntados, relojes de motivos dorados, pequeñas puertas laterales, algunos elementos de madera... No son las típicas iglesias imponentes; son mas modestas y acogedoras, me gustan. Me pregunto que haría si no estuvieran, pues sus puntiagudas torres me suelen ayudar a encontrar el centro del pueblo, dónde se hayan, normalmente, las visiones más bonitas de una villa.
Retomo el camino, ya con la idea de volver, como siempre, sin hacer exactamente el mismo recorrido. Aún en Kromsdorf visito el patio del palacio. Un pequeño y modesto palacio con un extraño jardín amurallado. A lo largo de la muralla, cada pocos metros, hay bustos de piedra empotrados a la pared, curioso. La puerta de la vivienda está custodiada por un joven oso también tallado en piedra. Tiene cara de bueno.
Salgo y avanzo improvisando un poco el itinerario con lo que vuelvo a salir al centro de Tiefurt. Al lado del río hay algunos edificios antiguos, parecen haber servido como fábricas o similar. Junto a ellas, y de forma conmemorativa, hay unos grandes engranajes de metal y una esfera inmensa, también metálica. No tengo ni la menor idea de lo que es o para que servía... pero parece tecnología de principios de siglo XX, alguna cosa relacionado con el vapor. Bueno, intentaré descubrir algo más sobre ello, sinceramente, me he quedado con la duda.
Remontando el Ilm y siguiendo ahora la ruta Ilmtal Radweg, llego a Weimar por caminos de tierra y serpenteando junto al río. Ya estoy en casa.
Os dejo, como de costumbre, un pequeño mapa con la ruta señalada.
domingo, 29 de marzo de 2009
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