domingo, 30 de noviembre de 2008

Cerveza, oro líquido.

¿Pan o cerveza?

Recientemente el biólogo e historiador, Josef H. Reichholf, ha presentado su nuevo libro “Porqué los hombres se volvieron sedentarios”. Hasta ahí todo bien, pero la polémica se desata cuando en sus escritos considera errónea la teoría de que la humanidad empezó a cultivar plantas, abandonó la vida nómada y se estableció con él fin de alimentarse mejor.
Entre otras cosas, argumenta que “las cosechas iniciales eran escasas y laboriosas, con lo que no se podía asegurar la supervivencia de un pueblo.” En cambio propugna que la agricultura surgió de una situación de abundancia. “La humanidad experimentó con el cultivo de cereales y utilizó el grano como complemento alimenticio. La intención inicial no era hacer pan con el grano, sino fabricar cerveza mediante su fermentación.”

No sabemos si este señor habrá pasado más horas estudiando o tomando birras en la Hofbräuhaus de Munich, de dónde es catedrático en la universidad técnica, pero tiene bastantes argumentos a su favor. Uno de ellos es que “la humanidad siempre ha sentido la necesidad de alcanzar estados de embriaguez con drogas naturales que transmiten sensación de trascendencia, de abandono del propio cuerpo”, aquí ya entraríamos en temas chamánicos y/o religiosos, además de sentimientos de unidad del pueblo, etc. Otro argumento muy válido que apoya la teoría de este señor es que para realizar cerveza se necesita menos cantidad de cereal que para elaborar pan y además con la fermentación conseguimos un alimento más duradero y agua libre de bacterias (gracias al alcohol).

+ info:
Leer la noticia al completo, diario el mundo

Su aparición:

Sea como fuere, las evidencias más antiguas de producción de cerveza datan de alrededor del 3.500 a.C. y se fueron halladas en el actual Irán, aunque se cree que seguramente su origen se remonta a mucho antes, quizá desde el 10.000 a.C.

Fue desarrollada por elamitas, egipcios y sumerios, y a través de los años transmitida a otras civilizaciones posteriores. Se sabe que la elaboración se hacía primeramente con espelta (cereal antecesor del trigo) y más tarde con cebada. Hay testimonios gráficos que describen distintos procesos según el origen. En muchos casos se troceaban unos panes fermentados, se calentaban y hervían en agua y se volvían a dejar fermentar. Luego la mezcla se chupaba con cañas para evitar así los grumos. La cerveza tuvo un papel muy relevante en la vida de los egipcios, era considerado un alimento básico, como lo fuera el pan, e incluso servía como pago a los trabajadores. También fue usada en ceremonias religiosas y por altos mandatarios, con lo que seguramente ya entonces existieron distintas calidades y variedades. ^ Cebada.

Los celtas fueron los que extendieron su uso y conocimientopor toda la península ibérica. Pero más tarde, con la romanización, la mediterránea se consolidó como una zona básicamente vinícola, mientras que la cerveza se producía en el norte y centro de Europa y adquiría la forma de lo que entendemos hoy por cerveza.


En tierras teutonas:

Esa diferenciación aún hoy se hace patente en dichos lugares de la geografía europea, así tenemos que Alemania, República Checa y Bélgica, son, sin duda, tres de los países que más variedades ofrecen, más se consume y, en definitiva, más cultura de la cerveza hay.

Durante la Edad Media, en el sur de Alemania, los monasterios fueron los principales elaboradores y distribuidores de cerveza, pero poco a poco se fue extendiendo a otras regiones. También durante esta época de la historia es cuando se incorpora el lúpulo (en calidad de aromatizante y conservante) a la birra.
En 1487 se establecen las denominadas normas de pureza de Múnich. Y a los pocos años, en 1516, el duque bávaro Guillermo IV decretó la hasta ahora más antigua norma alimentaria del mundo con vigencia actual. Dicha ley de pureza, la “Reinheitsgebot”, prescribe el uso exclusivo de malta de cebada, lúpulo y agua en la elaboración de cerveza en Alemania. Por aquel entonces, todavía no se había descubierto el modo de acción de la levadura. ^ Lúpulo

Susodicha ley


A día de hoy:

En la actualidad, lejos ya de esas leyes restrictivas, existen infinidad de variedades de cervezas. Aunque sí es verdad que las birras que aún siguen con esa vieja ley de pureza nos lo hacen saber, orgullosos, indicándolo en su etiqueta.

Las variedades, o tipos, dependerán de los cereales y las cantidades usadas, de los procesos en la elaboración, de los aditivos, de los fermentos e incluso del agua. Ante tan apabullante cantidad de variedades, algunas con tiradas enormes de producción industrial y otras de escasos barriles de producción casera, en 1970 distintas asociaciones y expertos se pusieron de acuerdo para establecer una clasificación. Dicha clasificación se basa en: Fermentación, Ingredientes, Aspecto, Procedimientos y Procedencia o denominación de origen.

Francamente no es que facilite mucho las cosas, porque ente eso y la jerga propia que cada país otorga al mundo de la cerveza, realmente uno se pierde entre tanta nomenclatura. Sobretodo porque en castellano no existe apenas vocabulario "cervecero".


Este post se lo dedico a mi colega Chemote, ¡en cuanto caiga por allí nos tomamos unas! A los demás, nos vemos en los bares, en los buenos bares... A vuestra salud! Prost!!

Posts relacionados:

Tipos de cervezas Alemanas

jueves, 27 de noviembre de 2008

Fotografía artística: "Pequeños e ínfimos detalles de la ciudad"

Recuerdo que, el primer año de estar en Granada, fui a ver una exposición del fotógrafo Aaron Siskind y me dejó realmente sorprendido.

Hasta ese momento jamás había visto fotografía abstracta "tan de cerca", por así decirlo. Y menos aún de un maestro como lo fue este señor estadounidense. Podéis ver muchas de sus obras en la fundación Aaron Siskind, o poniendo su nombre en Google imágenes. Vale mucho la pena, os lo recomiendo. Este hombre tenía la capacidad de ver y plasmar con su cámara los más pequeños detalles de los muros urbanos, suelos asfaltados, aceras, etc. siendo, por tanto, la principal figura que inició la corriente de la fotografía abstracta y expresionista.

Las fotografías que os muestro hoy las he realizado yo inspirado en el trabajo de este artista, siguiendo más o menos el mismo estilo. Espero que os gusten:

"Pequeños e ínfimos detalles de la ciudad"









Todas realizadas en Weimar, Noviembre 2008, JC.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Reciclando comida en Weimar

Durante mi estancia en Weimar he ido a reciclar comida de la basura casi cada semana. Sí, algo que apenas había hecho en España, sobretodo por falta de tiempo, pero que aquí he podido realizar sin ninguno porblema. Gracias a ello no solo me hemos ahorrado dinero, sinó que hemos comido más vegetales que nunca. E incluso he probado frutas y verduras que no conocía, como pueden ser algunos tubérculos para sopa típicos de aquí o las naranjas sanguineas.

Algunos días se recoge mucho, otros no tanto...

Otros mucho de una sola cosa, otros un poco de cada...

También, traer una y otra vez verduras que antes apenas usaba me ha hecho probar nuevas recetas de cocina e incluso buscar las cualidades/propiedades de cada alimento en Internet. En fin que el provecho ha sido enorme en todos los aspectos.

Si no sabéis muy bien como va exactamente esto del reciclaje de comida, por favor no dejéis de echarle un vistazo al artículo de Reciclaje de comida, tenéis el enlace bajo estas líneas.

Posts relacionados:
Mi visión de Reducir Reciclar Reutilizar y la ecología
Reciclaje de comida

lunes, 24 de noviembre de 2008

Noche de Jazz (o como salir corriendo de una reunión de “artistillas”)

Para lo pequeña que es esta ciudad siempre hay alguna que otra cosa para hacer. Aunque no siempre de el gusto de uno. Yo por si acaso, y haciendo alarde del tiempo libre que tengo a lo largo del día, siempre voy mirando los carteles que hay por la calle, como si esperara alguna señal divina.

El martes por la mañana vi un cartel que parecía interesante. Leí la letra pequeña, me pareció que trataba de algo así como una performance musical y apunté la hora en esa memoria escurridiza y raquítica que tengo.

Quedé con Silvia y Manel y allí nos vimos los tres, sentados junto a unas 10 personas más, observando como tres personajes (dos hombres y una mujer) hablaban y dialogaban sobre arte. Otro hombre se levantó y profirió unas notas bastante burdas con el saxo. Todo aquello era un tanto esperpéntico. Metí la pata del todo. Pensaba que íbamos a ver una performance y no a una mesa redonda.

Además no entendíamos ni papa. Si el alemán ya es difícil, imaginaos a tres “artistas” (o lo que fueran) hablando a toda carrerilla entre trago y trago de birra, haciendo elucubraciones y fumando sus cigarrillos.

Pusimos pies en polvorosa, podíamos habernos ido cada uno a su casa, pero por suerte en el “Kasseturm” hacían “Jazzsession”. Este curioso garito siempre tiene algo que ofrecer, cada noche. Vamos que si estuviera en una baraja de cartas, sería el comodín.

Sin perder tiempo nos dirigimos hacia allí. Para entrar al “keller” del “Kasseturm”, donde hacían la sesión, hay que descender unos cuantos peldaños de piedra y vigilar no dejarte la cabeza con la bóveda (también hecha de piedra). Una vez abajo, un recinto circular, con una cúpula central, todo ello de piedra, con una iluminación suave, está chulo el sitio. Nos acomodamos en una mesita y pedimos la primera ronda. A partir de ese momento los recuerdos se confunden.

Empezamos a cascar cada uno de sus locuras. Poco a poco la sala se va llenando de gente. Unos chicos jóvenes empiezan a darle a los instrumentos. No lo hacen nada mal. La cosa empieza suave, pero paulatinamente va “increccendo”. Otra ronda. Una pausa para los músicos. Llegan algunos “erasmus” a los que conocemos. Empieza a haber bastante gentío. Estos dos no paran de fumar cigarrillos de liar. Risas. Palabras. Notas musicales. Fotos. Otros chavales han cogido las riendas de la sesión. Un jazz más vivo, acercándose al swing en más de una ocasión. La voz de una chica. Solos de percusión. Otra ronda de jarras de medio litro. Diálogos entre saxo y trombón. Humo de tabaco. Palabras. Y finalmente aplausos. Despedidas. Y cada uno a su casita.

Al día siguiente, además de ese intenso olor a tabaco adherido a la ropa, darte cuenta de que has dormido como un tronco y que la resaca que ahora llevas encima no es solo musical. Pero te lo has pasado bien, y eso es lo que importa,… vivir y dar vida.

Muchas veces la música es magia; el alcohol es solo un catalizador.




Este solo de batería lo cuelgo para mi cuñao Vilaltrons. Sé que los ha visto y tocado mejores, pero oye, acaso no es bonito que se acuerden de ti? jajjaja!

domingo, 23 de noviembre de 2008

Schnee (nieve)

Si octubre terminó con una anecdótica y fugaz nevada de la cual a las 2 horas no quedaba rastro alguno, esta vez Noviembre termina con un par de centímetros de una preciosa nieve polvo.

Empezó el viernes noche y ayer sábado se volvió a repetir. Hoy ha hecho algo de sol y finalmente ha desaparecido de la misma forma que llegó, sigilosamente.

Mañana empieza el mercadillo navideño, que durará casi un mes (del 24- Nov. al 21-Dic.). Ya os iré contando. Mientras os dejo algunas de las fotos que eché ayer. Viel Spaß!





sábado, 22 de noviembre de 2008

Demasiadas horas en casa...

Con días lluviosos como los que están aconteciendo últimamente, a uno le dan pocas ganas de salir a la calle. Y si, por añadidura, no se tiene la obligación de ir a ninguna parte, uno termina el día dándose cuenta de que lleva demasiadas horas metido en casa.

Esta semana Nana ha asistido a un workshop sobre diseño gráfico en Berlín así que llevo cinco días campando a mis anchas. Jejeje!

Coñas a parte, estoy haciendo bastantes cosillas por mi cuenta. Además de escribir el blog (que lleva su tiempo si quieres hacerlo bien), sigo haciendo una horita de deporte al día (que eso de no hacer nada físico atrofia a las personas), he estado investigando de manera práctica el tema de los “stencil” (plantillas), leyendo, y escribiendo y aprendiendo cosas sobre un pequeño corto que quiero hacer.

Como diría mi padre “Aprendiz de todo maestro de nada”. Pero bueno, si he salido así de inquieto ¿que puedo hacerle? No sé, de momento me gusta ser aprendiz… ya habrá tiempo. Cuando vaya teniendo cosas sólidas no dudéis en que os las enseñaré.

A diez minutos de casa, hacia las afueras, ya no hay tantos edificios y de vez en cuando el cielo nos regala atardeceres como estos.

Aparte de todo eso, desde hace un par de semanas, todas las tiendas ya lucen decoración Navideña. Y esta semana han estado montando el mercadillo navideño en la plaza central de Weimar. Esta tarde saldremos a investigar a ver si lo abren.

Aquí las Navidades empiezan antes y terminan antes también. Pues no celebran el día de Reyes (que niño se creería que vienen tres hombres con camello con el frío que hace copón!), y lo que sí celebran, y en España no, es el día del comienzo de Adviento. Por lo que las Navidades en Alemania duran un mes, desde principios de Diciembre hasta finales. Ya os iré contando sobre mercadillos y tal.

Ah! Otra cosa quería comentar. Al tener el portátil solo para mí, he aprovechado para ir haciendo algunos arreglos al blog. Por petición de los lectores (entiéndase Nerea, jajja), pongo links de algunos “posts” que he actualizado últimamente o creado nuevos (pero con fecha vieja):

Cumple Estibaliz y Drum’n’bass en el Mon Ami -> post nuevo

Apolda -> edit: foto de la catedral

Erfurt ->edit: foto del puente

Museo Bauhaus ->edit: imagen cartel Paul Klee

Señalética II:especial praga ->edit: varias imágenes nuevas

Rave en el Klock11-> edit: he añadido el video del autobús fiestero.

He substituido el video de “Yippie-yippie-yeah”, que era una versión, por el original, que mola más.

Además he puesto un poco de orden entre las secciones de Street Art y Señalática, antes estaban un poco entremezcladas y ahora está todo en su sitio.

Ala! Pasadlo bien!

viernes, 21 de noviembre de 2008

Señalética II

Buenas! Una vez más he recopilado algunas señales curiosas para vuestro disfrute, ahí van:

Cuando vas a comprar un ticket de tren en las máquinas automáticas puedes sacar tickets para perros. Total, vale lo mismo que el de un niño...

Aunque pueda parecer que nos prohíben tumbarnos a la bartola en el césped, este hombrecillo vela para que no cruces las vías del tren.


Señal de "vete-tu-a-saber-que-año" para indicar la proximidad de un colegio. Lo de la niña no es un coletero, es directamente una cruz paté de la Orden Teutónica, más tarde usada por los nazis.

Traduzco: "Voluntariamente. 30 km/h. ¡Por nosotros!". Esto se llama jugar con la empatía del conductor.


Y esto se llama directamente jugar con la sicología inversa, traduzco: "Conduzca con prudencia. También podrían ser sus hijos".


En el próximo episodio: especial oficios!

miércoles, 19 de noviembre de 2008

2ª Excursión en bici por los pueblos vecinos de Weimar

“Cada día te levantas, miras a través de la ventana y ves el sol”… meeeccc! ¡Error! “Cada día te levantas, miras a través de la ventana y ves el CIELO GRIS”. Seguramente lloviznando o sencillamente con un frío del carajo. Pero ocurre que cada equis tiempo el sol brilla sobre la bóveda celeste, y esos días no solo son geniales y muy apreciados, sino que son necesarios. A más de un suicida potencial le salvó un día soleado, seguro.

Pues nada, bajo la incredulidad de la población esa jornada se aprovecha para salir a la calle más de lo habitual. Si coincide con sábado o domingo (que eso ya es la repera) pues podéis figuraros.

Eso es justamente lo que ocurrió el pasado sábado, y ni corto ni perezoso, al levantarme, y ver que hacía semejante día, cogí mochila, metí un bocata, un botellín de agua, la cámara de fotos y ese absurdo folleto turístico de las rutas en bici y a pie en la zona del Weimarer Land. Absurdo porque es un mapa dibujado a mano alzada y pintado en acuarela, pensado para que veas que hay muchas rutas y te hagas una idea de por donde pasan, pero nadie jamás lo usaría para situarse mientras las realiza. Bueno, nadie menos yo, que parece que me encanta perderme para luego reencontrarme.

En fin, debían ser las 10 de la mañana o por ahí y mi objetivo era el castillo-ciudadela de Wasserburg, en Kapellendorf, a unos 12 km de Weimar. Así que me puse en marcha. No hay ninguna ruta en bici que vaya directamente a dicho pueblo así que como siempre, tuve que ir improvisando mi camino (coño, parece una metáfora de mi propia vida).


La cosa empezó como en mi primera excursión en bici, bajando por Bellvedere Alle dirección Mellingen y pasando por al lado del pueblo de Ehringsdorf y el de Taubach. De camino pude ver a un rebaño de ovejas (hacía tiempo que no veía uno tan grande) y un viejo molino de aceite, de esos con grandes ruedas de piedra.

Una vez en Mellingen encontré un mapa de la zona que señalizaba el “Kulturweg” (camino de la cultura), una ruta más de todas las que se inventan para hacer que los turistas recorran estos pueblos y parajes. Pero bueno, yo no me quejo, que si no fuera por estos indicadores más de una vez me habría perdido.


El siguiente pueblo al que me tengo que dirigir se llama Lehnstedt. Rápidamente encuentro el rótulo y ya estoy rodando por una carreterita secundaria de esas con un solo carril y ningún arcén. Pero me gustan estas carreteras, pasan pocos coches, están bien indicadas y rodeadas por campo. Veo algunos caballos pastando.

Realmente he pillado un buen día, el cielo está azul y no se ven nubes por ningún lado. Eso no quita que voy abrigado hasta las cejas: Guantes, braga para el cuello (de esas de ir a esquiar), chaqueta, polar… Pero ni eso, ni que mi bici encontrada en la basura solo tenga un plato y un piñón, me importa demasiado. Los campos lucen una hierbecilla verde intenso, respiro un aire que me llena y me reconforta y en este momento no pido nada más.

Pronto llego a Lahnstedt y me acerco a la iglesia del pueblo. Todos estos pueblecitos (los de esta excursión y la anterior) se parecen mucho. Tres son los elementos que se repiten de uno a otro: una iglesia (todas pequeñas capillas de estilo románico, muy parecidas entre ellas), un monumento conmemorativo a los habitantes fallecidos en la primera guerra mundial (con su correspondiente añadido para los fallecidos de la SGM), y uno o más dibujos cubistas de Feininger sobre el pueblo y su iglesia.


Sigo hacia el norte rumbo a Kapellendorf y la carretera pasa por un pueblo pequeñísimo pueblo de 170 habitantes llamado Hammerstedt (algo así como la villa del martillo). Llegando a ella no se oye absolutamente nada, tan solo algún pájaro. Parece un pueblo en el que no viva nadie. Realmente es el que me gusta más de todos los que he visto por la zona, de momento. Repitiendo el ritual del otro pueblo, visito y saco fotos de su iglesia, su monumento a los fallecidos en las dos guerras mundiales y al dibujo de Feininger.

Avanzo intuitivamente a lo que creo que es el norte, pero esta vez me he desviado un poco y en vez de a la carreterita secundaria, he ido a salir a un camino de cabras, jajaja! Pero mejor así. Por aquí no se donde voy, ni si tendrá salida, pero estoy más rodeado de naturaleza y no pasan coches. Pronto encuentro una nave abandonada y medio derruida. Genial! Me encantan los sitios abandonados. Tienen su propia magia. Parece que el lugar fue una granja de vacas, para la producción de leche. Me estoy un buen rato sacando fotos, algunas quedaron muy chulas.

Me vuelvo a montar en la bici y sigo por el camino de tierra. A unos metros hay un montón de cuervos. Desde lo alto de un árbol observan mi paso, les debo parecer un extraño y algunos salen volando con sus peculiares graznidos.

Más tarde encuentro la carretera comarcal que une Weimar y Jena, está bastante transitada por coches, pero no me queda otro remedio que ir por ella. poco menos de un kilómetro, hasta llegar a Frankendorf (la aldea de Frank, jajja). Como de costumbre, visito iglesia y demás y sigo hacia Kapellendorf.

Antes de llegar al pueblo, ya por una carreterita secundaria y rodeado de campo, me detengo para observar el castillo. Sí, se ve desde medio quilómetro o así antes de llegar, pero no porque sea muy grande, sino porque hay una pequeña loma, y desde lo alto sé ve gran parte del pueblo.

El Wasserburg (literalmente “castillo del agua”) se alza junto a la entrada del pueblo. Parcialmente rodeada por un foso con agua, este castillo-ciudadela, modesta y acogedora, tiene tres torres principales, cada una de diferente estilo. El único acceso al interior es un puente de piedra con una portalada.

Me adentro a través de ésta y la visión de lo que había sido un patio de armas se abre ante mí. Aparcada a un lado la bicicleta, observo, hago fotos y ando por donde quiero. Hay una bandada de pájaros que se dedica, quizá por las corrientes de aire, a dar grandes vueltas circulares, jugeteando sobre la ciudadela. El museo y las taquillas están cerradas y parece no haber nadie en todo el recinto, solo estoy yo. Por supuesto las partes interiores del castillo también están cerradas, una pena, pero bueno, me conformo con todo lo que estoy viendo. Como se aprecia, el castillo debió ser derruido y reconstruido varias veces. Dentro del patio están los restos de dos torreones concéntricos y otros estilos de muralla. También puedo subirme a un trozo de la muralla exterior, observando entre las almenas, el pueblo.

Saco mi bocata y mi agua y me pongo a almorzar allí en medio de todos esos vestigios del pasado. Vienen un par de parejas de jubilados a visitar el castillo pero al ver que no hay nadie (aparte de mí) se van enseguida. Saciada el hambre, miro el reloj y veo que ya son las casi las dos de la tarde. Me quedan poco más de dos horas de sol y no tengo ni idea de por donde puedo ir para evitar pasar por la carretera comarcal. Si no me da tiempo no habrá otro remedio, porque ni tengo luces ni ganas de estar por ahí cuando caiga la noche, que si ahora hace frío, luego os podéis imaginar. La posibilidad de volver por donde he venido no me convence. Quiero regresar a Weimar viendo cosas nuevas. Si tuviera un mapa sería más fácil… pero menos emocionante. Jejeje!

Bueno, regreso a Frankendorf (era lo más práctico) y desde allí, como no encuentro ningún otro camino, sigo paralelo a la carretera comarcal, pasando por la vera de un campo. Pero es estúpido, el suelo es completamente irregular y me estoy dejando las energías. Finalmente voy un rato por la carretera, no me gusta demasiado, pero por lo menos llegare hoy.

En el siguiente pueblo, Umpferstedt, repito el ritual: iglesia + monumento + Feininger. (Podeís verlo en las fotos). Junto a la iglesia dos visiones curiosas: un pozo como los de antaño con cuerda y cubo, y un roble con un gran agujero en la base del tronco, tan grande como para quepa una persona de pie, increíble.

Me vuelvo a poner en marcha y como he ganado bastante tiempo esta vez si que paso de la carretera y empiezo a pulular por caminos entre campos. Paso a través de un pequeño bosquecito y al lado de una charca artificial. Al rato encuentro una carretera pequeña y un indicador. Süßenborn. – Servirá. – pienso. Y me lanzo hacia allí. Es una zona con pequeñas fábricas, talleres y cuatro casas mal puestas. Desde allá veo dos chicas en bici y las sigo. Jajaja! No, no estoy tan enfermo pero tengo la corazonada de que me llevarán a un carril bici dirección Weimar, y así ocurre. Ellas viran pero yo sigo recto. Estoy en el buen camino.


Atravieso un bosque de arces gigantescos, cuyas hojas guarnecen ahora el suelo. Se corre veloz y el camino es una gran línea recta. Pronto empiezo a ver gente. Primero a uno que corre, después otros de paseo, gente con niños... Es como reencontrarse con la civilización. En un cruce de caminos dentro del bosque hay bancos hechos con troncos y un xilófono horizontal y otro vertical, me detengo y jugueteo cual niño con ellos, no suenan tan mal para estar hechos de troncos macizos. Me a cuerdo de mi cuñado (que es percusionista), seguro que de xilófonos como estos no ha visto.

Finalmente salgo del bosquecillo-parque y ya estoy en Weimar, en la parte noreste. Me retiro a casa, una vez más, contento de la jornada de ciclo-turismo a mi manera.

Igual que la otra vez os dejo un mapa de la ruta que hice.

¡Espero que os haya gustado el relato!

martes, 18 de noviembre de 2008

“Die Sauerkraut und die Piraten” (El chucrut y los piratas)

Vale, no es ningún hecho histórico contrastado, ni tan siquiera son dos palabras que se suelan ver juntas, pero estoy seguro de que hubo piratas que, entre copa y copa de ron, comían chucrut.

No, todavía no me he vuelto majara del todo, pero me he informado un poco sobre el tema y se sabe, por ejemplo, que personajes como el Capitán James Cook solía llevar barriles de chucrut en sus barcos para mantener a su tripulación prevenida del escorbuto.

Dejando de lado desvaríos personales y curiosidades históricas, este alimento (que en España es prácticamente un desconocido) aquí es el pan de cada día (o por lo menos era, hasta que llegó la globalización).

El chucrut (Suerkraut o Sauerkohl, “col agria”, para los alemanes) no es otra cosa que col blanca (repollo) fermentadas en sal muera. Normalmente presentado en hojas cortadas a juliana.

Este es el que me como yo, made in Turingia, jejeje!

La variedad más extendida y conocida es la hecha a partir de col blanca. Pero existe también la versión elaborada con col lombarda (Rotsauerkraut). Ambas se pueden encontrar frescas (en la sección de neveras) o en conserva, ya sean latas o botes de cristal (con las demás conservas). Si estáis en España podéis encontrar fácilmente en los LIDL.

Las cualidades de este alimento son muchas gracias a la unión del poder nutritivo de la col con los benefícios de los “pickles” o encurtidos.

De por sí la col es un alimento que (comparado con otros vegetales) se conserva bastante tiempo comestible, y más si lo tenemos en la nevera (a mi me duran tranquilamente un mes mientras las voy usando poco a poco). Pues imaginaos si lo unimos al poder de conservación de los encurtidos. Obtenemos un alimento capaz de estar meses en conservación por sí sola y sin ningún tipo de aditivo químico. Aquí tenéis la primera razón de porqué se usaba en largos viajes a través del mares y océanos.

Además la col lleva utilizándose desde la antigüedad con fines terapéuticos para combatir todo tipo de carencias y enfermedades. La lista de cualidades beneficiosas es interminable: rica en vitaminas (algunas antioxidantes como la C y E (además de betacaroteno y ácido fólico)), minerales (entre ellos el Yodo), fibra y fitocompuestos (estos ya no los conozco tan bien, pero se que previenen cánceres y tumores). Es hipocalórica y sacia el hambre, por lo que es muy recomendable en dietas de sobrepeso.

Al convertir la col fresca en un encurtido gracias a la acción de la sal muera, empiezan los procesos fermentativos donde aparecen varios tipos de enzimas y bacterias que básicamente cumplen funciones probióticas. (Anda mira eso está de moda). Dichas encimas actúan a nivel de flora intestinal, estimulando la digestión y mejorando el funcionamiento de todo el aparato. Y por tanto aliviando o subsanando problemas de parástios o de estreñimiento.

Cuando encuentras un mercado tradicional ves cosas fuera de lo habitual como esto: Fuschenkraut Weiss. Las coles enteras en fermento.

También durante ese proceso de transformación de la col fresca en chucrut se dan las condiciones óptimas para una mayor síntesis de los nutrientes como la vitamina C. Analizado químicamente este encurtido presenta 10 veces más vitamina C que la col en crudo. James Cook no sabía eso, pero sí que se dio cuenta que obligar a su tripulación a comer chucrut les prevenía del escorbuto, ya tenéis la segunda razón.

Se cree que originariamente la col fermentada procede de china, pero está claro el porqué los países centroeuropeos la adoptasen tan rápidamente. Las comidas alemanas, húngaras y demás, suelen ser copiosas, con cantidad de carne, son países fríos donde no crecen demasiadas hortalizas y además están lejos del mar. Esa vitamina C, el Yodo (su carencia se llama Bocio y suele darse en pueblos de alta montaña), y sobretodo el efecto digestivo para asimilar todas las proteínas de la carne la llevaron a ser el acompañamiento básico y típico de “bratwursts” (salchichas), codillo de cerdo, “gulash” y demás platos cárnicos.


Plato típico por excelencia: una bratwurst, mostaza, papas y nuestro prota de hoy: Sauerkraut.

Para ir terminando deciros también que el efecto de dispepsia que produce a veces la col fresca (se puede eliminar cociéndola dos veces cinco minutos retirando el agua cada vez), al convertirse en encurtido ese efecto desaparece. La única contraindicación del chucrut es para los regímenes hipo-sódicos (bajos en sal). Aunque siempre podemos lavarlo y el índice de sal será mucho menor.

Si todos estos usos y aplicaciones no os han convencido de comer chucrut porque sabe a rayos y truenos. Puedo deciros que aquí muchas veces se toma caliente. Fría, directamente del bote, se puede comer siempre que queráis, pero también existe la versión caliente, con lo que el sabor ácido disminuye de forma considerable. Cuanto más rato la dejéis salteándose en la sartén, o hirviendo con un poquito de agua (lo que prefiráis), menos ácida. Otra opción es agregarle manzana rallada, muy típico de aquí. Ya os pasaré la receta, es muy fácil.

Ala, si os aventuráis a ser piratas, de los de agua salada, ya sabéis no os olvidéis ni el ron, ni el chucrut!

Bonus-track: una cancioncilla para que se os haga más amena la lectura. Sauerkraut Polka, ¡esto es folklore al cuadrado! Dios, estos alemanes son unos frikis, ¡si es que no me canso de decirlo!



PS: este post se lo dedico a mis padres que me insistían a que comiera chucrut y yo no les hacía ni caso... y mírame ahora! jajaja!

+info:
Sauerkraut
Chucrut

lunes, 17 de noviembre de 2008

Cine Alemán I

Cada persona ve y entiende el mundo de distinta forma. El prisma a través del cual observamos o exponemos, varía en cada individuo. El legado cultural que nos rodea es una de las cosas que marca nuestras pautas de pensamiento y comportamiento, e influyen notablemente en todos los aspectos de nuestra vida.

En las películas también podemos observar, de forma más o menos sutil, dependiendo del interés del director, esas diferencias. Es por ello que quizá con solo ver un pequeño fragmento de la obra ya sabemos su país de origen.

Las películas alemanas también tienen su propia impronta. Quizá más tenue que la de otros países, pero la mejor forma de constatarlo es que lo comprobéis por vosotros mismos.

Os dejo varios filmes:

Estos dos primeros los descubrí gracias a Patrick, durante mi pequeño paso por Zaragoza. Se trata de dos películas de humor, del mismo director (y actor), Michael Herbig. El de la izquierda del cartel.

“(T)Raumschiff Surprise - Periode 1” (2004) -> Parodia mezcla de “Star Treck” y “La guerra de las Galaxias”. Que yo haya encontrado, no sé ha traducido en ningún otro idioma.

“Der Schuh des Manitu”. (2001) -> Parodia de las pelis “Western”. La tenéis en ingles: “Manitou’s Shoe”, y en español: “El tesoro de Manitú”. Muy recomendable para el que quiera hacerse una idea del tipo de humor que les gusta a los alemanes.

Otras dos películas que os recomiendo encarecidamente que veáis. Las dos protagonizadas por Daniel Brühl, un actor medio alemán medio español que ha conseguido bastante prestigio en los últimos años.
“Good bye, Lenin!” (2003) -> Una película única, donde se puede ver el cambio que supuso para la población de la Berlín dividida, la caída del muro y el fin de la era socialista. Todo como marco de una historia más cercana, la de una familia donde la madre queda en coma durante 8 meses, coincidiendo con la transición. Curiosa y divertida.

“Die fetten Jahre sind vorbei” (“Los años de abundancia han pasado”) (2004) -> Traducida en España como “Los educadores". Es una de las películas que más me han gustado de las que he visto en los últimos meses, sin duda alguna. Y es la que más os recomiendo de toda la lista. Quizá es la que menos tiene que ver con Alemania. Pero es una peli de esas que no te dejan indiferente. (Ver peli online).

Y finalmente os pongo una película que vimos el otro día, casi por casualidad. Es algo más antigua, de 1987, y está dirigida por Percy Adlon, pero rodada en Estados Unidos.

“Out of Rosenheim” (1987) -> En varios países (como en España) la encontraréis bajo el título de “Bagdad Café”. Una mujer Alemana se discute con su marido en mitad de un viaje por la famosa ruta 66 estadounidense y termina en este curioso y alocado Café. El choque cultural y las peripecias que les ocurren son dignas de ser vistas. Eso sí, os advierto que la peli es algo estrambótica. Como curiosidad decir que el Bagdad Café existe de verdad, hay un montón de frikis que hacen la ruta 66 que se inmortalizan con una foto junto al cartel, pues gracias a la peli el lugar se hizo mítico. (Ver la pelicula online).

Esto os mantendrá pegados a la butaca por un buen rato, pasadlo bien! Ya me contaréis que os parecieron!